HAZTE CARMELITA
Los Carmelitas descalzos como personas de oración, queremos vivir las actitudes más bellas del orante: descalzarnos de todo poder, privilegio, autosuficiencia, dominio; desnudarnos de toda insensibilidad e impermeabilización. Sabiendo que el que se descalza se hace sensible al lenguaje de la tierra, siente el palpitar de la tierra, se hace próximo al barro del cual procede y comprende su limitación y su verdadera grandeza. Esta es la humildad en sentido etimológico y como lo entendían Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
CARMELITAS DESCALZOS
CARMELITAS DESCALZAS
HAZTE CARMELITA
HAZTE CARMELITA
Desde nuestra forma de vida comunitaria y fraterna, siguiendo a Jesús con los votos de la castidad, pobreza y obediencia, queremos responder a la soledad y al individualismo tan presente en nuestra sociedad actual.
En este sentido, el voto de obediencia presenta otra forma de vida en común donde la escucha y el diálogo tienen un papel importante: el yo se transforma en tú, lo que te mueve a buscar siempre el bien del que está a tu lado, aunque no siempre coincida con tus gustos o pensamientos pero que, sin duda, se convierte en un camino por el que se logra alcanzar la felicidad. La castidad, por su parte, muestra un modo de relacionarse y de amar que no se identifica ni siquiera por la exigencia, legítima, de reciprocidad. Es amar a todos por igual como fruto de la entrega del todo a Dios, por ser Dios quien es, porque Él lo merece y porque Dios así lo hace con la humanidad. Por su parte, la pobreza común y la comunidad de bienes son expresión de fraternidad; mediante ellas, las personas no se valoran por lo que producen o ganan, sino por lo que son. Una comunidad en la que no se tiene nada propio, sino que se comparte y reparte según las necesidades de cada uno.
Si crees que has sido llamado a vivir así o tienes interés en saber más de nosotros, entra aquí y ponte en contacto con nosotros. Te invitamos a discernir si el Señor te llama a compartir nuestra vida en el Carmelo. Busca silencio, busca soledad y allí en lo escondido, ora al Señor. El te descubrirá que te quiere, que está en tu vida y te irá comunicando qué es lo quiere de ti para que seas feliz y hagas felices a otros.
EN PORTADA
«Yo soy la vid, vosotros los sarmientos»
Jesús vivo y Resucitado sigue presente, sobre todo, física e históricamente, en su Iglesia. Ella es su cuerpo, como dice san Pablo o la nueva y verdadera vid, como dice el mismo Jesús en el Evangelio de hoy. Como sabemos, esta denominación de viña o de vid es una de las metáforas usadas en la Escritura para referirse al pueblo de Dios. El mismo Jesús la usa "in extremis" en una de que tuvo que ser sus últimas parábolas (cfr. Mt 21,33-43) para hacer una llamada casi desesperada a la conversión y a abrir los ojos de los dirigentes del pueblo de Israel ante lo que iba a suceder, motivando, seguramente, la firma decisión de estos responsables políticos y religiosos para perseguirle y echarle de la viña, definitivamente. Quizá, pensaron, como escribió alguien, que podrían "librarse" para siempre de su Dios para ser "verdaderamente" libres, como muchos están convencidos hoy en día de haber logrado tras no se sabe ya cuantas revoluciones (y las que quedan). En cualquier caso, aquella Palabra, expresada por la propia boca de los dirigentes del pueblo, se cumplió: "Acabará con...